Estrellas nostálgicas y cordobeses en la alfombra roja de Berlín

En medio de una ciudad escarchada y tapizada por la alfombra roja, la Berlinale se celebra en Alemania como uno de los festivales de cine más reconocidos del mundo. El evento que cruza industria, cine mainstream e independiente incluye este año la participación de los cordobeses Darío Mascambroni e Inés Barrionuevo.

T2: TRAINSPOTTING

T2: Trainspotting (2017) de Danny Boyle

Por Iván Zgaib

  

*Esta nota fue publicada originalmente el 19/02/2017 en el suplemento Numero Cero de La Voz del Interior

 

En Berlín la temperatura es de 4 grados bajo cero y la risa de la gente se congela en nubes de vapor. Un taxista marroquí dobla alrededor de la calle Potsdamer, pero dice que no puede seguir andando: a pocos pasos, unas vallas con dibujos de osos cortan el tránsito y anuncian uno de los festivales de cine más importantes del mundo. La Berlinale cubre el cemento con una alfombra roja que guía a los invitados hacia una de las salas donde se ven películas de múltiples orígenes, desde Edimburgo hasta Córdoba.

Existe un fuera de campo que ocurre por detrás de aquellos films que se están proyectando. A solo unas cuadras de las salas de cine, un mercado reúne a profesionales con ánimo de hacer negocios. La maquinaria que mueve un evento gigante como la Berlinale se revela entre aquellos pasillos. En el segundo piso, por ejemplo, hay un salón blanco donde los representantes de festivales de cine documental hacen reuniones express para que los productores cuenten sus películas en sólo cinco minutos. En el primer piso, cada país y empresa se ubica en stands ploteados con imágenes gigantes de sus films. Si uno cruza hacia la mesa de cine canadiense puede recibir un mapa del país convertido en un pequeño chocolate, y en el stand de Japón hay una chica con dos colitas que regala caramelos en forma de corazón. En algunas venas de la  Berlinale, la industria corre con fuerza.

Así es cómo el espectáculo se convierte en una de las caras inmediatas del festival. En la sala central donde se ven las películas de la Competencia Oficial, el estreno internacional de T2 Trainspotting acontece como uno de los más esperados. La segunda parte del film dirigido por Danny Boyle vuelve a reunir a Ewan McGregor y sus co-protagonistas para contar la historia de un grupo de adictos a las drogas. Ya pasaron más de 20 años desde que Trainspotting 1 representó a cierta generación atrapada entre el rechazo al sistema y las dificultades para combatirlo. Ahora, la segunda entrega no devuelve tanto una imagen generacional sino una visión inconsciente de la industria y la cultura actual: la película parece pertenecer a la era del revival y la nostalgia, de las terceras y las cuartas partes. En ese aspecto, Trainspotting 2 queda tan atrapada en el pasado como sus personajes. Parece una radiografía de cierto cine actual, que también se hace presente en la Berlinale.

 Generaciones independientes

Una multitud de niños alemanes cubiertos en camperas y bufandas se amontonan a la salida de una proyección. La película que acaba de finalizar es Primero Enero, el largometraje cordobés que ganó el BAFICI 2016 y que ahora compite en Berlín. Al lado de la pantalla, el director Darío Mascambroni observa cómo los chicos se levantan de las butacas forradas en cuero y se acercan a hacerle preguntas sobre su film. Dentro de la enorme programación de la Berlinale, la competencia Generation se destaca por poner a los chicos en el centro de la atención: todas las películas tienen a los jóvenes como protagonistas y destinatarios. La representación cordobesa en Alemania se completa con La prima sueca, un cortometraje dirigido por Inés Barrionuevo (Atlántida) junto a Agustina San Martín.

De esta manera, la Berlinale se abre a propuestas donde el cine puede ser una manera de acceder al mundo sensorial y emocional de los más chicos. En el caso de Primero Enero, la cámara explora a un nene de 8 años mientras enfrenta el divorcio de sus padres y los cambios que eso conlleva. Con La prima sueca, San Martín y Barrionuevo destruyen la fantasía en torno a las mujeres y los cumpleaños de 15. En una mirada opuesta a la convencional, un vestido de fiesta es observado como si se convirtiera en una pesadilla asfixiante.

Tanto el film de Mascambroni como el de Barrionuevo emergen de una forma de producción independiente, sin fondos de financiación tradicionales. “Nosotros teníamos un presupuesto de menos de 5 mil dólares”, dice Mascambroni. Se trata de una cifra de producción tan minúscula como sorprendente: cuando el director se lo contó a una programadora estadounidense, ésta creyó que le estaba haciendo un chiste.  “Después de la experiencia con la peli uno puede hacer un análisis de los festivales y encontrar vínculos entre las películas que tienen cabida”, dice Mascambroni, “pero siempre hay una cuota de sorpresa y nosotros tenemos la suerte de estar en ese margen”.

Los orígenes de estos films cordobeses redoblan la importancia de su presencia en la capital alemana, así como hablan del carácter ecléctico y diverso del evento. La Berlinale permite mirar la realidad de los festivales y del cine contemporáneo; un espacio complejo donde las obras de autor, las películas independientes y las mainstream conviven durante diez días.

               

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